Es bien sabido que la participación del General Gregorio Luperón en la Guerra de la Restauración de la independencia de la República Dominicana fue vital para lograr la victoria y que los dominicanos recuperaran la soberanía sobre su territorio, la cual había sido entregada por el infame Pedro Santana al Reino de España de manera inconsulta, a espaldas del pueblo dominicano con el único objetivo de evitar que regresara al poder su archienemigo, el también infame Buenaventura Báez. Báez había sido y luego volvió a ser uno de los presidentes más nefastos que tuvo nuestro país, incluso estuvo contra la Restauración, de hecho, fue designado con el alto rango militar de Mariscal del Ejercito de España, pero eso es tema para otro artículo.
Sin embargo, resulta preocupante como la mayoría del pueblo dominicano desconoce los detalles de la vida de este ilustre prócer dominicano (Gregorio Luperón), por ende, voy a compartir algunos de los detalles que me parecen más admirables sobre su vida, con la esperanza de ayudar a fortalecer el espíritu patriótico de los dominicanos.
Durante uno de sus tantos exilios el general Luperón escribió su autobiografía, denominada “Notas Autobiográficas y Apuntes Históricos”, se trata de su historia personal, de la geografía, la economía y la política dominicana. Al ser un contenido tan largo hubo que dividirlo en 3 tomos, los cuales fueron publicados en Ponce, Puerto Rico en 1896, debido a que el dictador Ulises Heureaux había limitado la libertad de expresión en la República Dominicana.
Pocos próceres de Latinoamérica han tenido la oportunidad, la dedicación y la disciplina para sentarse a escribir sus memorias y legarle a la posteridad los detalles sobre su vida, su visión y su pensamiento político, uno de esos pocos hombres fue el general Gregorio Luperón, esa es la primera cosa admirable de este hombre; a parte de tener una inteligencia prodigiosa para las artes militares sin haber estudiado en una academia militar, también fue un intelectual, era escritor. Este hombre hablaba tres idiomas, inglés, francés y obviamente español, cosa admirable en esa época como en el presente. En cuanto a sus logros militares me voy a limitar a recordar que fue bajo su dirección que los Restauradores vencieron al Teniente General Pedro Santana en la batalla de Arroyo Bermejo (Monte Plata), no olvidemos el inmenso prestigio militar del infame Marqués de Las Carreras, quien fue un brillante militar en los tiempos de la guerra de independencia contra Haití, era posiblemente el hombre más rico del país y comandaba el ejército español, ejército bien avituallado, bien formado y disciplinado, sin embargo, fue derrotado por el glorioso Ejercito Restaurador, compuesto por hombres mal armados y mal vestidos, dirigido en ese momento, repito, por el General de División Gregorio Luperón.
Gregorio Luperón, el civil, también fue diplomático, el 23 de febrero de 1882 fue designado Plenipotenciario y Enviado Extraordinario (Embajador) cerca de los Gobiernos de Francia, Bélgica, Países Bajos, Inglaterra, Austria, Hungría, Italia, Dinamarca, Rumanía, Alemania, Suiza y la Santa Sede, con el objeto de celebrar tratados o reformar los ya existentes entre la República Dominicana y los Gobiernos citados. En Europa fue recibido por varios de los monarcas gobernantes e incluso fue Condecorado por Francia con la Cruz de Oficial de la Legión de Honor, la más alta distinción que otorga (hasta el presente) el gobierno de Francia.
Voy a concluir estas breves palabras citando algunas frases del pensamiento político del General Luperón, pero quiero hacer un llamado al lector dominicano a que piense que este hombre inmenso que llegó a ocupar la presidencia de la República, la Vicepresidencia, a ser Diputado, a ser Ministro de Guerra e incluso rechazó la Presidencia varias veces, el mismo que fue Embajador nuestro en Europa, fue un niño criado solo por su madre, trabajó desde niño para poder comer, y asistía a la escuela solo cuando podía, lo contrataron como capataz de corte maderero a la edad de 13 años (o quizá 15) y fue él quien se construyó a sí mismo de manera autodidacta estudiando los libros propiedad de su jefe, Pedro Duboq, fue él mismo quien cultivó su intelecto y su valentía para convertirse en el hombre que soñaba ser. El hombre que defendió el legado de Juan Pablo Duarte y los trinitarios por siempre defender la independencia total de nuestro país, muy diferente de quienes querían que fuéramos independientes de España para hacernos dependientes entonces de los Estados Unidos de América y que si no lo lograron fue por la inteligencia, la firmeza y la valentía de este hombre íntegro.
Este ilustre hijo de Puerto Plata fue amigo muy cercano del gran maestro Eugenio María de Hostos y del gran Ramón Emeterio Betances, padre del movimiento de la libertad puertorriqueña. Luperón como político tiene una faceta más interesante y admirable aún, destacándose como un demócrata respetuoso de las leyes nacionales e internacionales, respetuoso de las libertades públicas y celoso defensor de la soberanía nacional. Entabló amistad con numerosos exiliados cubanos y puertorriqueños en Puerto Plata, con muchos de los cuales colaboró para lograr la independencia de esas hermanas islas. El general Luperón promovía el “antillanismo” como única forma de protegernos de nuestros enemigos comunes en esta región que Juan Bosch llamara muchos años después “el caribe, frontera imperial”.
Para evitar hacer este articulo demasiado largo voy a recomendarle al lector interesado que lea la biografía del general Gregorio Luperón escrito, por el general Manuel Rodríguez Objío, insigne Restaurador y quien fue Secretario de Juan Pablo Duarte y también de Luperón, esa es una de las mejores biografías de Luperón por haber sido escrita por una de las personas más cercanas al Sable de la Restauración.
“El amor a la patria es el alma de todas las virtudes del Ciudadano; y tiene en él más lugar que todos los demás. Por la patria se abandona la familia y se sacrifican los intereses. El amor a la patria produce la templanza, hace soportar con valor los trabajos más penosos, despreciar los peligros la miseria; por él hacemos los mayores sacrificios”
“La libertad es como el océano, nos parece infinito, pero tiene sus límites”.
“La condición moral de un pueblo depende, sobre todo, de la educación de la familia, resultando que la educación de las mujeres, debe ser considerada como una cuestión de importancia nacional”.
“No cabe duda que un pueblo sumido en la ignorancia y en la miseria es estúpido, cruel, idólatra, supersticioso y la degradación lo hace indiferente contra todos los principios sociales. Esa es la razón por que hay que la suprema necesidad de instruir al pueblo”.
“Para hacer de los gobernados buenos ciudadanos, debe respetarse el ejercicio libre de sus derechos, porque no hay ciudadano donde no hay permiso de ejercer aquellos; y la justicia, la verdad, la equidad y la libertad, son las llaves que abren el corazón humano, ya pertenezca éste a un salvaje o a un civilizado”.
“En la única cosa que me atrevería a ser tirano sería impulsar nuestro país al trabajo laborioso, útil y provechoso que hace tan ricos y poderosos a tantos pueblos”.
“Así como hemos luchado contra los invasores de la patria y contra los tiranos para fundar la República y a democracia, así estoy dispuesto a luchar contra el socialismo, el comunismo, la demagogia y su anarquía que es mil veces más funesta y más perniciosa que todos los tiranos”.
“La democracia aspira a que el hombre sea en la sociedad tan libre como lo fue cuando salió de las manos de Dios, y sin ofender a los demás. Así pues, haced las leyes, no con la cólera de los combatientes, sino con la generosidad de los vencedores y la sangre fría de los hombres de Estado, porque al fin la sociedad devuelve lo que recibe”.
…General Gregorio Luperón