Al celebrarse los 179 años de la independencia de la República Dominicana, quien suscribe estas líneas se encuentre en lo que el General Duarte llamaba “el valle de la perseverancia”, la ciudad de Caracas. Al observar la imponente montaña (El Ávila) que separa a la capital de Venezuela de La Guaira, puerto a través del cual Duarte llegó desterrado en 1844, pienso en la inmensidad de su ejemplo y concluyo que el caudillo de nuestra independencia molesta tanto porque el liderazgo de Juan Pablo Duarte fue un liderazgo fundamentalmente moral.
En palabras del destacado historiador Emiliano Tejera Juan Pablo Duarte es “el dominicano de gloria más pura, así como también el más grande entre los fundadores de la patria por la altea de su concepción, la fecundidad de su labor y su desinterés y su abnegación imponderables” es también según el insigne Vetilio Alfau Duran; el más vilipendiado de nuestros próceres por haberse sacrificado, ejemplarmente, para darle a sus conciudadanos el don supremo de una patria libre, fue también todos los fundadores de patria, un hombre de esclarecida inteligencia y de altos y luminosos pensamientos.
A diferencia de otros, Duarte usó su inteligencia para guiar a su pueblo por el camino del bien, por el sendero de la justicia, por el camino recto y seguro del derecho, por la ardua vía de la redención, también encendió luminarios pensamientos rebosantes de amor, de patriotismo y de fe que deberían ser recitados de memoria por nuestros estudiantes en las escuelas y liceos de todo el país para que en la conciencia nacional la divisa sea respetar y emular el pensamiento de Juan Pablo Duarte.
Veamos algunas actuaciones del General Duarte que desde 1844 iluminan nuestro presente como un relámpago divino, inesperado, firme y ejemplarizante de cómo debe ser la conducta de un líder en lo que se refiere a la acumulación y ejercicio del poder político…
El primer ejemplo lo da al desembarcar en Santo Domingo el 16 de marzo de 1844 luego de ser declarado Padre de la Patria, Presidente de la República y General en Jefe por la población. Existía ya un gobierno legítimo, constituido en su ausencia, la Junta Central Gubernativa, ante el cual Juan Pablo Duarte se presenta y se pone a sus órdenes en un evidente acto de respeto, obediencia y acatamiento a la autoridad legítimamente constituida, al Estado de derecho, no se cree con el derecho de presidir la República ni de ser General en Jefe sino que acepta su ascenso de Coronel a General de Brigada y la misión que le encomienda el gobierno de partir al interior del país para organizar las filas patriotas. Este ejemplo, en la actualidad molesta a los políticos que se creen por encima del bien y del mal, que no respetan a las autoridades y no someten sus actuaciones al Estado de derecho.
El 11 de julio de 1844 el General Duarte recibe en Puerto Plata, una comisión de patriotas que le entrega un acta de pronunciamiento, la cual manifiesta que esta población lo ha declarado Presidente de la República y ruega a Duarte que acoja este voto como bueno y valido. El General recibe el documento con cortesía y lo contesta el 20 de julio con una carta tan hermosa como pedagógica, de la cual citamos lo siguiente:
“Sensible a la honra que acabáis de hacerme, dispensándome vuestros sufragios para la primera Magistratura del Estado, nada me será más lisonjero que saber corresponder a ella llenando el hueco de vuestras esperanzas, no por la gloria que de ello me resultaría, sino por la satisfacción de veros, cual lo deseo, libres, felices, independientes y tranquilos, y en perfecta unión y armonía llenar vuestros destinos, cumpliendo religiosamente los deberes que habéis contraído con Dios, para con la Patria, para con la libertad y para con vosotros mismos”.
“Me habéis dado una prueba inequívoca de vuestro amor, y mi corazón agradecido debe dárosla de gratitud. Ella es ardiente como los votos que formo por vuestra felicidad. Sed felices, hijos de Puerto Plata, y mi corazón estará satisfecho aun exonerado del mando que queréis que obtenga; pero sed justo lo primero, si queréis ser felices. Ese es el primer deber del hombre; y sed unidos, y así apagareis la tea de la discordia y venceréis a vuestros enemigos, y la patria será libre y salva. Yo obtendré la mayor recompensa, la única a que aspiro, al veros libres, felices, independientes y tranquilos. Juan Pablo Duarte”.
Evidentemente el General quiere enseñar a la población de Puerto Plata que la Presidencia no puede tomarse por aclamación sino que debe ser ganada luego de unas elecciones organizadas y ejercidas con arreglo a la ley, por eso escribió también en su proyecto de constitución el articulo 15; “La ley es la que da al gobernante el derecho de mandar, e impone al gobernado la obligación de obedecer; de consiguiente, toda autoridad no constituida con arreglo a la ley, es ilegítima y, por tanto, no tiene derecho alguno a gobernar ni se está en obligación de obedecerla” . Naturalmente esto es algo que no agrada a los políticos que quieren llegar al poder por vías ilegítimas.
Por último, pero no menos importante, tenemos la rendición de cuentas que Duarte hace al Tesoro de la República luego de regresar de la campaña militar de Sabana Buey. De los 1,000 (mil) pesos que se le habían entregado para la expedición, el General Duarte solo gastó 173 (ciento setenta y tres) y devolvió 827 (ochocientos veintisiete) y además detalló de manera pormenorizada en que se habían gastado los 173 ya referidos. Recordemos que Juan Pablo Duarte hizo vender la herencia de su padre para aportar los recursos que hacían falta en enero de 1844 para adquirir armas, pólvora y pertrechos militares en general. Aun así, el caudillo de la independencia no sentía que la República estaba en deuda con él, así que ni se apropió de los 827 pesos ni nunca le cobró a la Junta Central Gubernativa por sus servicios patrióticos. Este es otro ejemplo que molesta a muchos políticos y creo que no hace falta explicar por qué.
No quiero extender demasiado este artículo, pero puedo afirmar que el que estudie la biografía de nuestro Libertador verá numerosos ejemplos de porqué a algunos políticos dominicanos no les gusta Duarte, porque Duarte es un ejemplo de buen político, buen militar, hombre patriota, un intelectual y buen diplomático.
Hoy más que nunca está vigente el pensamiento del General Juan Pablo Duarte, con quien concluyo este brevísimo escrito: “Nunca me fue tan necesario como hoy tener salud, corazón y juicio; hoy que hombres sin juicio y sin corazón conspiran contra la salud de la Patria”